Época: Grecia Arcaica
Inicio: Año 700 A. C.
Fin: Año 500 D.C.

Antecedente:
Crisis del poder político: legisladores y tiranías



Comentario

Todo intento de encontrar una causa unilateral al fenómeno de la tiranía griega se ha mostrado condenado al fracaso no sólo porque la casuística ofrece múltiples variedades, sino, sobre todo, porque los factores concluyentes, en cada caso de diferente manera con graduación distinta, son tantos como los aspectos que pueden detectarse en la realidad histórica que acompaña a este momento de crisis de la aristocracia. La tiranía no es la "dictadura del proletariado", vanguardia de una lucha que representaría los intereses del trabajo asalariado, representado por los thetes, ni la manifestación política de una clase mercantil ascendente en lucha contra la aristocracia, ni el gobierno que abrió las puertas al sistema hoplítico, ni el resultado de las rivalidades aristocráticas de las grandes familias apoyadas en clientelas compuestas por grupos de campesinos más o menos identificados con territorios precisos. Ninguna de estas explicaciones resulta coherente, y en cada caso hay datos que representarían una flagrante contradicción con la explicación general.
La tiranía no representa unilateralmente ninguno de los fenómenos anteriormente expuestos, pero, en cambio, puede decirse que responde a rasgos susceptibles de identificarse con todos ellos. Globalmente, en lo que se refiere al sistema productivo, tal vez pueda decirse que el fenómeno coincidente más importante es el de la consolidación de la clase hoplítica como oligarquía de los propietarios de tierra, al margen de cuál fuera en cada caso la intención del tirano, que actuaría más bien como un fenómeno mas y no como puro artífice del cambio. Como tal fenómeno, sus relaciones con las clases en conflicto pueden ser contradictorias. Naturalmente no pueden hallarse coincidencias cronológicas entre el desarrollo del armamento hoplítico y la tiranía, pues no se trata, en ningún caso, de una relación mecánica en que el tirano implante el ejército hoplítico ni que éste imponga el gobierno tiránico. Por otra parte, la presencia de sectores urbanos pertenecientes a la clase subhoplítica también se deja notar, aunque sólo se refleje en el plano de la demagogia y de las representaciones imaginarias. En algunos casos existen medidas relativamente integradoras, pues, en definitiva, en el plano político los programas tienden a potenciar la funcionalidad urbana con la que articular mejor las actividades productivas agrarias. Esto quiere decir que en el panorama general de la tiranía no hay que olvidar el desarrollo de un proletariado, si se entiende como tal la masa del demos subhoplítico que constituye el conjunto de los thetes.

Finalmente, si bien es cierto que el protagonismo aristocrático resulta evidente al estudiar la prosopografia tiránica y que los tiranos se apoyan en grupos clientelares, en ocasiones con base territorial, es preciso tener en cuenta que estas actitudes sólo se entienden dentro de la llamada crisis de la aristocracia, donde se rompe la solidaridad al producirse la posibilidad de acceso a fuentes de riqueza alternativas a la explotación agrícola y de crear nuevas dependencias en los sectores no asentados agrícolamente, donde se encuentran bases de apoyo para consolidar el nuevo sistema de poder. Además, al romper con la solidaridad aristocrática, los tiranos buscan fundamentos nuevos en las tradiciones del pasado y en los modelos vecinos. Por ello, no es extraño que los tiranos busquen representar la recuperación del papel del basileus, idealizado como factor de superación de conflictos entre nobles y campesinos, en ocasiones ornamentado con las formalidades de la realeza oriental, conocida principalmente a través de los lidios. Así, el tirano, símbolo de la riqueza monetaria, coincidente con el desarrollo de los cambios que le permite la ruptura de sus solidaridades internas, toma un nombre que parece de origen asiático, atribuido por primera vez en la literatura griega, en el fragmento 102 (Adrados) de Arquíloco, al rey Giges de Lidia, rico en oro. También se decía que de allí procedía la moneda cuando se difundió entre las ciudades griegas. De este modo, la tiranía representa un fenómeno político vinculado a la heterogeneidad de las relaciones sociales de la época, centro, al mismo tiempo, del debate ideológico vinculado al desarrollo del período orientalizante, producto de la presencia objetiva de bienes materiales y de las influencias que Oriente ejercía como atractivo espiritual.